Mañana se celebra el LIV Aniversario de la fundacion de la Bripac. 54 años son bastante mas que suficientes para que esta gran unidad haya demostrado en sobradas ocasiones su capacidad ,entrega y sacrificio.
Las acciones que hoy vemos en nuestras televisiones realizadas por miembros de la Brigada Paracaidista en cualquier lugar del mundo, son el fruto de un intenso trabajo realizado durante años.
La instrucción diaria en la Bripac es un trabajo duro tanto en las unidades como en el campo. Siempre he dicho que un Paracaidista es algo mas que un hombre o mujer que salta de un avión, ser paracaidista implica tener un espíritu capaz de darlo todo, incluso la propia vida. Mañana como cada aniversario asistiré a los actos programados con motivo del aniversario y como en cada Parada Militar se rendirá homenaje a los que dieron su vida por España y es ese momento en el que cada vez tengo que contener la emoción. Se que son muchas las personas y como no, los paracaidistas, los que han entregado su vida por España pero a mi siempre me vienen tres a la memoria:
Cabo Mario Sánchez Lobo, CLP Rubén Gómez García muertos en acto de servicio el 16 de enero de 1990 al explotarles una granada de mortero de 81 mm dentro del tubo con el que se disponían a lanzarla; aquel dia mientras escuchaba las explosiones de mortero, realizaba en el mismo campo de maniobras de “El Palancar” en Madrid mi primer ejercicio de avance con fuego real. Las explosiones de mortero sonaban a pares, primero la del tubo que lanza la granada y luego la de la carga al caer en su objetivo; la ultima explosión no tubo respuesta, solo silencio después carreras, suspensión de los ejercicios de tiro y al ponerse el sol con la mirada puesta en el crepúsculo la 11 Cia rezo un padrenuestro. Supongo que las demás compañías harían lo mismo. Yo hablo de la mía, la que mandaba el Capitán Roizo Uzeta , el mejor que he conocido.
El tercer hombre es un joven aspirante a Clp que murió en su séptimo salto paracaidista,”el salto de combate”, que llamábamos entonces. No recuerdo su nombre, pero no olvido sus ojos mirando al infinito con una mirada que seguramente busco una campana de paracaídas que jamás se abrió. Fui una de las tres personas que lo subió a la camilla, yo recogí su mochila , su fusil y la lata de Fanta que seguramente compro para apagar la sed en la marcha de 20 kilómetros que le esperaba al llegar al suelo( de esta si se libro).
Este ultimo su familia tuvo un comportamiento ejemplar.
Mañana también les recordare.
¡CAÍDOS PARACAIDISTAS! ¡CON NOSOTROS!